Añoranza por un sueño

1 Eliocer CutiñoLic. Eliocer Cutiño Rodríguez

Hace un tiempo, cuando comenzaba a escribir un texto sobre mi país, me sorprendí repitiendo una idea: “…parece que se va hacer  realidad un cambio  hacia lo participativo y democrático”. Esa era mi inspiración y sobre ella giraron las palabras, pero antes de terminar el texto, un amigo, a quien le pedí criterio,  me sugirió eliminar la idea. Fue un instante notorio. Aunque el concepto nunca estuvo desprovisto de voluntarismo, en algún momento deseaba  transmitir una aspiración lejanísima pero no descabellada. Repetirla después de haber visto el acto por el 55 aniversario del Triunfo de la Revolución y escuchado el discurso del Presidente del Consejo de Estado y de Ministros, es un disparate.

Quizá los indicadores que sirven de orientación a los analistas o a los medios de difusión, no son los mismos que tiene en cuenta el pueblo cubano.

En la cortedad del horizonte de mi país caben multitud de historias y responsables, pecados por acción y omisión, eventos tanto como procesos. Pero ningún factor es más importante que el deterioro del sistema político, cada vez menos capaz de articular el interés nacional, construir consenso y tomar decisiones en un plazo razonable para hacerlas ejecutar.

País que cada día se hace mas ingobernable, a pesar de que los datos y estadísticas al concluir cada año siguen siendo los “mejores” de la América Latina , no así la tendencia, que es peor y ominosa.

La creciente insatisfacción del pueblo cubano, es real. Si el gobierno nunca fue bueno para concluir las cosas, ahora no es capaz siquiera de empezarlas. La elaboración constante de experimentos es el ejemplo de su  mediocridad.

Política artesanal, que perdió la razón con el derrumbe del socialismo en Europa. El gobierno permite pequeñas victorias tácticas para grupos específicos al costo de una colosal derrota estratégica para la sociedad.

El statu quo de nuestro sistema político ha dejado de ser defendible y nos perjudica a todos, aunque muchos no se den cuenta todavía. Es hora de replantearlo desde su base, no sea que dejemos de herencia a la siguiente generación esta añoranza  por el sueño de una patria desarrollada, con todos y para el bien de todos.

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